
Bellas Artes, 91 años de mármol, música y memoria nacional
El Palacio de Bellas Artes cumple 91 años. Desde su inauguración el 29 de septiembre de 1934, el recinto ha sido testigo de conciertos, exposiciones, óperas, ballets y homenajes que han dado forma al imaginario artístico del país. Su historia, sin embargo, comenzó mucho antes.
Fue Porfirio Díaz quien encargó el proyecto al arquitecto italiano Adamo Boari en 1904, con la intención de construir el Teatro Nacional. Boari diseñó una fachada Art Nouveau de mármol blanco, coronada por una cúpula decorada con figuras que representan la tragedia, la comedia, el drama y la lírica. Pero la Revolución Mexicana interrumpió la obra, y Boari abandonó el país en 1916 sin verla terminada.
Treinta años después, el arquitecto mexicano Federico Mariscal retomó el proyecto y lo concluyó con un interior Art Déco que contrastaba con el exterior europeo. Así nació el Palacio de Bellas Artes, símbolo de una nación que aprendía a reconciliar sus raíces con sus aspiraciones modernas.
Entre sus elementos más singulares está la cortina de cristal opalino, fabricada por la casa Louis Comfort Tiffany de Nueva York. Fue diseñada por Boari como medida contra incendios, comunes en los teatros de la época. La cortina representa el Valle de México con los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl al fondo, y sigue siendo una joya única en el mundo.
En el plafón de la sala principal, un vitral multicolor muestra a Apolo rodeado por las nueve musas. Fue creado por el artista húngaro Géza Maróti, quien también diseñó el arco del proscenio, titulado “El arte teatral a través de las edades”, compuesto por 26 figuras míticas que narran la historia del teatro universal.
El Palacio alberga la Sala Manuel M. Ponce, la Sala Adamo Boari, el Museo Nacional de Arquitectura y el Museo del Palacio de Bellas Artes. Es sede de la Orquesta Sinfónica Nacional, el Ballet Folklórico de México, la Compañía Nacional de Ópera y la Compañía Nacional de Danza. Ha recibido a artistas como María Callas, Luciano Pavarotti, Rufino Tamayo y Diego Rivera.
A 91 años de su inauguración, Bellas Artes no es solo un recinto. Es un testigo de la evolución cultural de México. Un espacio donde el arte se representa, se cuestiona y se celebra. Porque en cada función, cada exposición y cada nota, el país se vuelve a mirar a sí mismo.