
Ciencia que inspira: una lección desde el Nobel de Medicina 2025
Por LCP. Cristian Carreño, Rector de la UABJO
No soy médico ni investigador en biomedicina, pero como universitario y como ciudadano me conmueve ver cómo la ciencia puede transformar no solo la salud, sino también la manera en que entendemos la vida en comunidad. El Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2025, otorgado a Mary E. Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi, es un recordatorio de que la investigación básica, esa que a veces parece lejana a la vida cotidiana, termina marcando el rumbo de la humanidad.
Ellos descubrieron cómo el sistema inmunológico se regula a sí mismo para no atacarnos, gracias a unas células llamadas T reguladoras y a un gen clave, FOXP3. Puede sonar técnico, pero el mensaje es claro: sin estos mecanismos de control, nuestro propio cuerpo se convierte en su peor enemigo. Y lo que parecía un hallazgo de laboratorio hoy abre caminos para tratar el cáncer, las enfermedades autoinmunes y los trasplantes de órganos.
Lo que más me impresiona de esta historia no es solo el avance médico, sino la lección de perseverancia. Durante años, la comunidad científica dudó de la existencia de estas células. Sin embargo, Sakaguchi insistió, y Brunkow y Ramsdell dedicaron años a buscar una mutación escondida en millones de fragmentos de ADN. Su tenacidad nos recuerda que la ciencia no avanza con atajos, sino con paciencia, rigor y la convicción de que siempre hay algo más por descubrir.
Desde la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, este Nobel nos invita a reflexionar sobre nuestro propio papel. México no puede limitarse a aplaudir los logros ajenos: debemos apostar por la investigación, por la formación de jóvenes científicos y por el fortalecimiento de nuestras instituciones académicas. La ciencia no es un lujo, es una inversión en soberanía, en salud y en futuro.
Además, hay una metáfora poderosa en este descubrimiento. El sistema inmune necesita defensores, pero también reguladores que eviten el caos. Así también nuestras sociedades requieren equilibrio: voces que defiendan, pero también voces que moderen, que construyan puentes y que eviten que las diferencias nos destruyan.
El Nobel 2025 celebra un hallazgo biológico, pero también nos deja una enseñanza humana: convivir con la diferencia, regular los excesos y encontrar el equilibrio es la clave de la salud, tanto del cuerpo como de la sociedad. Esa es la verdadera grandeza de la ciencia: mostrarnos que, incluso en lo más íntimo de nuestras células, hay lecciones para vivir mejor como comunidad.
“Identidad y Pertenencia”