La migraña es una enfermedad que produce discapacidad, por lo tanto, repercusiones económicas importantes. El primer episodio generalmente se presenta en la niñez, pero este padecimiento persiste a lo largo de la vida; los picos más grandes ocurren entre los 25 y 45 años de edad, y se extienden hasta los 65.
Felipe Arturo Vega, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, señaló que en México la prevalencia de migraña es de alrededor del 16 por ciento. Si hablamos de una población de más de 120 millones (según el último conteo de INEGI en 2015, ese año éramos 119 millones 938 mil 473), entonces podemos decir que hay casi 20 millones de pacientes migrañosos.
Se trata de una forma particular de dolor de cabeza, con características específicas; para definirlo se deben tener por lo menos cinco episodios de dolor que duren entre cuatro y 72 horas en adultos, y de dos a 48 horas en niños. Inicialmente se localiza en una de las dos mitades de la cabeza, tiene carácter pulsátil, su intensidad va de moderada a severa y se agrava con la actividad física.
“Puede ser tan intenso en su fase aguda que a veces el migrañoso no puede ni subir las escaleras, pues con el esfuerzo el malestar se incrementa. Además, suele acompañarse de molestias por la luz y el ruido, y en ocasiones de náusea y vómito”, apuntó el especialista.
La migraña, precisó Felipe Arturo Vega, pertenece al grupo de las cefaleas primarias, es decir, no es causada por lesiones cerebrales ni sistémicas. Las mujeres son quienes más las padecen, y en ellas un factor desencadenante frecuentes es el periodo menstrual.
Aunque no hay una causa específica, en muchos casos se relaciona con factores familiares (componente genético). “Hemos visto que con frecuencia los pacientes tienen padres, tíos o algún familiar en línea directa que padecen migraña”.
Cada episodio puede tener distintos desencadenantes medioambientales como el estrés, ciertos alimentos y/o bebidas como el queso, chocolate, comida china, alcohol, café y vino tinto, entre otros.
Tratamiento
El neurólogo universitario enfatizó que este padecimiento no tiene cura, pero existen tratamientos para mantenerlo controlado y mejorar la calidad de vida de los afectados. De igual manera, “es importante identificar si hay algún factor detonante para evitarlo”.
Si ya se presentó el episodio, es necesario administrar analgésicos de acción rápida, y si ocurre más de tres veces al mes, lo indicado son los medicamentos “profilácticos” por etapas determinadas para disminuir la intensidad y periodicidad. También existen otras alternativas como la acupuntura, yoga, relajación y ejercicio, concluyó.