
La Fiesta Viva que une a Oaxaca en Tradición y Colorido
El aroma del incienso se mezcla con el de las velas encendidas y el inconfundible olor a tamales, chocolate y pan, tejiendo una atmósfera única en la Verbena Popular Xandú.
En el marco de la Fiesta más Viva de Todas, la celebración del Día de Muertos organizada por el Gobierno del Estado de Oaxaca reafirma su compromiso con la preservación y el fortalecimiento de las tradiciones que unen a su gente, como subrayó el gobernador Salomón Jara Cruz.
Desde las primeras horas, el Zócalo de la ciudad de Oaxaca, también conocida como la Verde Antequera, se transforma en un punto de encuentro para locales y visitantes, quienes recorren los módulos instalados en calles aledañas como Valerio Trujano, Ricardo Flores Magón y Vicente Guerrero. Aquí, el calor de una taza de chocolate caliente y el sabor de tamales, servidos gratuitamente por instituciones del estado, brindan una cálida bienvenida a quienes buscan sumergirse en la esencia de Xandú, como llaman los zapotecos a esta festividad ancestral.
La inauguración oficial del evento estuvo en manos del Gobernador Salomón Jara Cruz y la presidenta honoraria del DIF Oaxaca, Irma Bolaños Quijano, quienes, acompañados de familias oaxaqueñas y turistas, recorrieron los puestos decorados con colores y símbolos alusivos a la muerte y la vida. Con entusiasmo, Jara Cruz resaltó el papel que juegan estas festividades en la proyección internacional de la cultura oaxaqueña, señalando: “En Oaxaca celebramos esta fiesta de los muertos en grande, con comida, comparsas y actividades que reflejan la cultura viva de nuestros pueblos. Es una ocasión para festejar en comunidad y compartir con el mundo nuestro legado cultural”.
La Verbena Popular Xandú se convierte así en una experiencia que trasciende lo culinario y se expande a lo visual y lo emocional. En un espacio cercano al Zócalo, se levanta majestuosa una escultura de La Catrina, una obra tallada en cantera gris y verde del maestro artesano Patricio Santiago, originario de Magdalena Apasco. Esta figura, con su expresión serena y sus finos detalles, se convierte en un símbolo de la trascendencia y el respeto con que Oaxaca honra a sus muertos y a su historia.
En cada esquina, comparsas y altares de flores de cempasúchil brillan con intensidad, convocando a los espíritus y recordando a los vivos la importancia de la memoria y la conexión con quienes ya partieron. Para Oaxaca, el Día de Muertos es mucho más que una fecha; es una afirmación de identidad, un abrazo entre generaciones y un motivo de orgullo compartido que se fortalece en cada mirada, en cada risa y en cada canto.
La invitación del gobernador Jara Cruz a vivir esta experiencia se extiende más allá de las fronteras, llamando a visitantes de todo el mundo a unirse a las festividades y a descubrir una cultura que, como Xandú, siempre encuentra formas de celebrarse en vida y en muerte.