
Nacimientos y desigualdad en el mapa demográfico de Oaxaca
En Oaxaca, nacer sigue siendo un acto profundamente desigual. No por falta de nacimientos, sino por las condiciones que los rodean. Según el más reciente Reporte de Resultados de la Estadística de Nacimientos Registrados 2024, el estado registró 57,213 nacimientos, de los cuales más de la mitad ocurrieron en 2024 (28,611), mientras que el resto corresponde a años anteriores, en un patrón de registro extemporáneo que persiste en zonas rurales y marginadas.
La tasa de nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil fue de 48.0, ligeramente por encima del promedio nacional (47.7), pero muy por debajo de Chiapas (86.7), que encabeza el país. Oaxaca se ubica en un rango medio, junto a entidades como Puebla (49.9), Michoacán (49.0) y Guerrero (53.5), lo que revela una fecundidad sostenida en estados con alta presencia indígena y rural.
Uno de los datos más inquietantes del reporte es la tasa de nacimientos registrados de madres entre 10 y 17 años. Oaxaca aparece con una tasa de 12.8 por cada mil mujeres en ese grupo de edad, igual que Michoacán y solo por debajo de Chiapas (19.4). En total, se registraron 4,142 nacimientos de madres adolescentes en Oaxaca, de los cuales 327 fueron de niñas entre 10 y 14 años.
Este dato no es menor. Implica que, en promedio, cada día del año 2024, al menos once adolescentes o niñas oaxaqueñas dieron a luz. En contraste, la Ciudad de México reportó una tasa de apenas 5.2, y estados como Nuevo León y Quintana Roo se mantuvieron en 6.3.
El 89.65% de los partos en Oaxaca fueron atendidos en hospitales o clínicas, cifra ligeramente superior al promedio nacional (86.96%). Sin embargo, el 5.87% ocurrió en domicilios particulares, y un 4.34% no especificó el lugar. Comparado con Chiapas, donde el 35.13% de los nacimientos ocurrió en casa, Oaxaca muestra una mejor cobertura institucional, aunque aún lejos de la atención hospitalaria casi universal de estados como Colima (99.13%) o Jalisco (98.46%).
En cuanto al personal que atendió el parto, el 88.24% fue médico, mientras que el 6.65% fue personal de enfermería, parteras o parteros. Este último porcentaje es el segundo más alto del país, solo detrás de Chiapas (35.36%), lo que confirma la vigencia de prácticas tradicionales en zonas rurales y serranas.
Las madres oaxaqueñas que dieron a luz en 2024 tenían, en su mayoría, entre 20 y 24 años (23.88%) o entre 25 y 29 años (22.59%). Solo el 0.36% eran menores de 15 años, aunque este porcentaje, aunque bajo, representa una alerta constante.
En cuanto a escolaridad, el 31.4% de las madres reportó tener secundaria, y el 25.5% preparatoria. Solo el 13.4% tenía estudios profesionales, y el 1.3% declaró no tener escolaridad. El 58.3% no trabajaba al momento del registro, lo que refleja una dependencia económica persistente.
Los padres, por su parte, se ubicaron mayoritariamente entre los 25 y 34 años. El 79.5% declaró estar trabajando, y el 58.8% lo hacía como empleado. Solo el 0.6% se identificó como patrón o empresario.
Aunque el 82% de los nacimientos en México se registran antes del primer año de vida, Oaxaca muestra rezagos importantes. El 74.6% de los nacimientos registrados en 2024 correspondieron a menores de un año, pero el 8.4% tenía entre uno y dos años, y el 5.8% entre tres y cinco. Este rezago en el registro civil tiene implicaciones en el acceso a servicios, derechos y protección social.
La natalidad en Oaxaca no es solo una cifra. Es un espejo de desigualdades, tradiciones, rezagos y resistencias. El INEGI ofrece el dato, pero detrás de cada número hay una historia: una madre adolescente en la Sierra, una partera en la Mixteca, un padre jornalero en el Istmo, un niño sin acta en los Valles Centrales.
La estadística es pública. La realidad, íntima. Y Oaxaca, como siempre, está en el centro del mapa. No por cantidad. Por complejidad.