“Nada es nuevo, tampoco la gloria”, la pintura como resistencia en Oaxaca

 

 

SANDRA ROLDÁN

En el corazón cultural de Oaxaca, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) abre sus puertas a una nueva exploración pictórica con la exposición «Nada es nuevo; tampoco la gloria», del artista Rodrigo Yepez.

La muestra, inaugurada en el espacio El Alacrán, propone una reflexión sobre la pintura como un territorio de resistencia frente a la saturación visual y el consumo desmedido de imágenes en la era digital.

Yepez concibe la pintura como un ejercicio de arqueología, donde cada capa de materia pictórica funciona como un estrato que revela y oculta significados. En sus once piezas, el artista tensiona la relación entre la figuración y la abstracción, utilizando rostros icónicos como el de Mao Zedong, que dialogan con referencias de la cultura pop para generar nuevas interpretaciones.

El concepto de «gloria» es cuestionado en la exposición, no como un estado permanente, sino como un fenómeno que se reconfigura con el tiempo. A través de veladuras y superposiciones, Yepez plantea una crítica a los mecanismos de legitimidad social e histórica, desafiando la percepción tradicional del arte como un objeto estático.

La formación académica del artista y su experiencia con el grafiti le permiten construir un lenguaje visual donde los símbolos, los cuerpos y los rostros se enfrentan en un juego semiótico. En su obra, la representación del cuerpo se ve influenciada por las ideas de Jean Baudrillard, quien en El complot del arte analiza la vacuidad de la imagen en la era tecnológica.

Yepez, sin embargo, busca rescatar la identidad pictórica a través de técnicas barrocas, desafiando la noción de que la pintura pierde su esencia en el mundo digital. En piezas como «Nada es eterno; tampoco la gloria», el artista juega con la pérdida de información y la superposición de imágenes, creando un espacio de reflexión sobre la memoria y la percepción.

La inauguración de esta exposición en el IAGO refuerza el papel de Oaxaca como un centro de resistencia artística, donde el arte no solo se exhibe, sino que se cuestiona y se transforma. La obra de Yepez invita al espectador a repensar la pintura más allá de su función estética, convirtiéndola en un campo de batalla visual donde las imágenes se enfrentan y se reconfiguran.

El artista extiende una invitación abierta al público para que desmitifique la pintura, dejando atrás su sacralización y explorando su potencial como un medio de crítica y diálogo. En un mundo saturado de imágenes, «Nada es nuevo; tampoco la gloria» se erige como un manifiesto pictórico que desafía la percepción y la memoria, consolidando a Oaxaca como un espacio de vanguardia artística